lunes, 9 de julio de 2007

Cae la tarde en Valentín Alsina, una pequeña localidad de arrabales perdidos en juegos de naipes. La Ultra reflexiona sobre sus acciones en la noche anterior. Toca las teclas del viejo piano, como pidiendo un consejo sobre las generosas ganancias de la misma. Sin duda, Nyx ya habrá borrado las primeras impresiones, dejando a la joven Titania en una reflexión absoluta. En un do sostenido se encuentra a sí tendida en la misma cama varias horas, deja de perseguirse y de ocultar unas tímidas lágrimas. Lágrimas que son consideradas deshonor para su estirpe. Pero Valentín Alsina mengua en sus ojos de agua, la luna la mira preocupada y ella solo repasa a los viejos filósofos sin descanso. Acaso será que su respuesta racional no existe, vende todo por un poco de nada. La condena entre sus hermanas no es otra que el destierro, un limbo de no respuestas formuladas. Las Ultras están destinadas a no amar. Ellas solo hablan con el sexo a través de sus profundos pensamientos. ¿Quién puede juzgarla por su decisión? Nadie. Algo le molesta dentro de las resoluciones, la perdida definitiva de su sensibilidad amorosa o la hosquedad con la que no dejo ni objetar. Se repite la triste Ultra “me alejo para salvaguarda” aunque ni ella lo cree. Ya hacía varios años que era conocida por sus rápidos escapes. Por eso esta fue su más triunfal escape y el más sincero. "Lo feliz no es lo que sabe" Heráclito.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ayayayayayyy!!!, en Valentin Alsina los lamentos solo deberían durar dos minutos.

¿Porque la Ultra ha decidido por una nota de la escala mayor?; ¿es que acaso abriga esperanza?.

Te invito a ver flamenco. ¡Llámame!