sábado, 14 de julio de 2007

Las charlas de las moscas



Dedicado al Demiurgo Alejandro Virue


Sin embargo eso de los mates había perfilado para otro lado, la conversación florecía en extraños sucesos no contados. La ultra tenía un aire ausente y lánguido, pero su acompañante la adornaba, la mutaba y hasta la desorientaba. Visitar al Demiurgo era un trance en el que se compartía el orden del devenir. Hacía muchos años que se venían repitiendo estos secretos idilios, donde las charlas versaban sobre temas fundamentalmente complejos y prohibidos. La Ultra Titania no sentía agotarse jamás los revuelos de su tradición, pero últimamente le urgió encontrarse con tan estimado ser. Los eventos que la llevaban a renunciar y no hacerlo, por un juego de amores pasionales. La humanidad y la existencia se trastornaban para alzar nuevos pasados. ¿Quien hubiese obviado el llamado del corazón? Solo las ultras negaban en exceso su propia naturaleza. Vestían caros atuendos y misteriosos saberes, cada una de ellas invitaba a una extraña seducción que nunca era amor. Pasión destilaban y por supuesto, su sexo pronto a escapar entre las sedas que las vestían. Redoblaban en discursos de feminismo ultra ferino; sentenciando a las hembras a una supremacía distante, los manjares de la inteligencia. Compuestas esencialmente de una estudiosa vanidad no concretada, se paseaban como estelas de lo irrealizable.
El Demiurgo que desde hacía bastante habitaba mundos, submundos y ultramundos, era considerado un limite de la existencia. Casi con perplejidad miro a la Ultra que estaba apagada y sin ningún apetito intelectual. Devorado por la promiscuidad del orden la observo lentamente: su traje ceñido rojo, las joyas que destellaban en su blanca piel; pero lo retuvo la incontinencia de sus ojos. Brillantes y lánguidos bebían de la realidad escondiendo las traiciones que se venían.
“Esto de los dogmas se me hace irrealizable, habiendo tanto para observar se atrasan en la perpetración de un dios inexistente, mi linda Ultra”
El comentario sorpresivo la despertó de su sueño otoñal “ah ah ,que me va decir que nosotras diosas terrenas, compramos palabras para encerrarnos sin permitirnos un tibio desarrollo. Por favor, no me indigne señor que hace bastante que sabemos los dos que las ultras son la decadencia de la inteligencia”
El demiurgo empezó a reírse de la ironía de su amiga, de manera estruendosa. Simultáneamente se escuchaban los silbidos de hojas y cantos misteriosos de la naturaleza del artesano. “cuénteme que es eso del amor y porque lo prohíben sus hermanas” dijo mientras reía a carcajadas. Titania incrédula de la indiscreción vertió una media sonrisa para empezar su discurso retórico.
Esa retórica violenta que desataba en los hombres el orgasmo reprimido del machista sometido. Esa conjunción de palabras maravillosamente labradas, en un estudio de ocasión. Donde el triste y pisoteado hombre se rendía ante el poderoso sexo de las ultras. Pero ante un Demiurgo solo generaba una ridiculez típica de hembra desabrida.
“El tema vera es complejo, la prohibición remonta a una trastornada musa que dejo su obligación de ostentar para dedicarse al amor. ¡Maldita cipris! Que trastorno trajo a la pobre, que se arrodillo ante la fuerza del amor invitándole al masculino en cuestión sus saberes. Las otras musas sintieron el asco de la especie y se conformo la prohibición. Las Ultras no han de amar, solo gozaran de las astucia de la amada que mueve a los sentidos. Pero se conformaron los orgullos y las codicias de tantos saberes, mezcladas con la creciente población de machos. Así que degeneramos aun mas el dogma, nos volvimos decadentes y adoradoras de la razón. Pero con el secreto de la ambición carnal sobre todo. El Amor, mi Demiurgo, solo es el final de toda Ultra donde la misma se denigra a la condición de mujer. La realidad la traspasa soltando las riendas del afable ejercicio intelectual, condenándola al sentir mas allá de lo carnal. Pobre esta Ultra que te habla, que siente tan estigma en su espíritu que deambula con la cabeza gacha para ocultar su vergüenza”
Continuara…

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